miércoles, 27 de octubre de 2010

casualidades ... y van...

La primera historia del blog fue una anécdota que le escribí a la guada en un mail. Una casualidad: una persona que vi bajarse del tren, que vi subir al mismo bus que yo, que vi bajarse en la misma parada que yo y que resulto ser mi compañera de trabajo. Olé.

La primera anécdota fue la casualidad... y todos fueron en cierta forma casualidades, variaciones de casos... como lo fue el reencuentro con el enano enamorau, como lo fue perder el tren para poder conocer un lugar o compartir una charla, como lo fue escuchar conversaciones ajenas y conversaciones que me estaban destinadas.
Y hoy me bajo del blog y del tren (porque ya me aburrí) con otra casualidad.
Desde hace un mes y medio, más o menos, me toca -como parte de mi trabajo- filmar clases en Fribourg.


La profesora que tengo que filmar se llama Veronique. La he estado escuchando, filmando y admirando -porque me cae bien- durante varios días... y siempre pensé que su cara me „sonaba“ de alguna parte.
El viernes fue el último día de filmación. Nos quedamos charlando un momento y hablamos de trabajo ...las dos estudiamos algo similar.
No sé cómo salió el tema. Me dijo que ella se acordaba que nos habíamos visto antes.

Hace 3 años estuve en suiza sólo por dos meses (esos dos meses en que todos los buses y los trenes tuvieron demoras). En esos dos meses, una vez tuve que presentar un poster en Ginebra. Me senté en el tren con mi poster (reconstruyo, a partir de lo que ella me contó), y aparentemente en Romont subió una mujer. Que se sentó al frente. Que estudiaba lo mismo que yo. Que iba al mismo lugar. A presentar también un poster. Que se llamaba Veronique. Y que se sentó al frente de Verónica -o sea al frente mío (o de mí, para los puristas)-.

Tres años más tarde, ella me contó su parte y yo recordé y me di cuenta de por qué su cara me parecía familiar. Después de filmarla durante un mes y medio.

Capaz que las casualidades pasan todo el tiempo. Seguro. Y no tienen nada de especial. Capaz. Pero si todo es casualidad, entonces el curso „normal“ de las cosas debe ser verdaderamente extraordinario. Además de aburrido.
Y como estoy por llegar a Berna, voy cerrando la compu para bajarme del tren... y bajarme quizas del blog. Las casualidades, de todas formas, están por todas partes.

martes, 26 de octubre de 2010

qué bueno que es perder el tren

El domingo nos juntábamos a comer una fondue en lo de unos amigos. Para llegar, tenes dos horas de viaje, si no perdés ninguna conexión. (había que concentrarse: fondue, fondue, dale que llegamos).

Nosotros, justamente, perdimos el tren y se nos hizo media hora más. Cuando es domingo a la mañana, hace frío, llueve y hay viento, llevás una hora y media de tren y te dicen que tenés que comerte media hora (más) de espera en un pueblo... sabés qué? te cambio el fondue por un sandwiche de milanesa.y me vuelvo a dormir a mi casa.

Thomas propuso caminar al lado del lago que está pegado a la estación (sí, había un lago, pero de la bronca no lo veía).

y cinco minutos más tarde encontramos un bar- barco o un barco amarrado a la orilla que funciona como bar, y entramos a tomar un café.

Estuvimos 15 minutos en el bar barco, de los cuales 10 me los pasé preocupada porque no nos atendían, preocupada porque no nos traían el café e íbamos a perder otro tren, preocupada porque el tipo de la mesa de al lado no se corría y no me dejaba sentarme cómoda.

Pero los otros cinco minutos fueron lo mejor de la semana: café rico, un lago que empecé a ver (a veces lo cursi puede estar bueno,también, mirá vos), la música de los años veinte, el calorcito de estar en un lugar cerrado mientras que el barco se movía. Cinco minutos de conexión con las sensaciones más básicas. O de desconexión, ponele, con todo lo demás. Cinco minutos perfectos.

Hay pocos momentos perfectos en la semana de una histérica...
y nunca pensé que perder el tren podía ser uno.

sábado, 23 de octubre de 2010

Nada mas evitar el contacto... y la casserole



Una dama sube al tren en Genève. Es alta -al menos desde donde yo la veo, mi metro cincuenta, digo- tiene una chalina hermosa y parece alterada.
Se sienta más o menos cerca, de espaldas a mí. Yo prendo la compu e intento trabajar. Ella toma el teléfono y empieza a hablar. Y ahí me doy cuenta. No parece, ESTÁ alterada... Transcripción parcial de una larguísima conversación telefónica en franceñol:

„Te digo que la caserole ya no la necesitamos más... vamos a dejar sus cosas en la basura (!!!)
Vamos a enviarle un mensaje que vaya a buscar sus cosas en la poubelle. Pues si llama hoy día, dile que esta noche le dejas el sac en la basura...
Le envías papel cuando son facturas, no cuando son letras importantes. Es mejor... para qué verse?
si llama hoy por la tarde le dices que ella vaya a sacar sus cosas a la esquina y ya está.
Si llama hoy...
sabes que es mucho problema todo esto.
Es mejor evitarla. Yo pensé... más reclamaciones para nada...
Si llama por teléfono no contestes a sus llamadas.
Ella no va a morirse sin esas pequeñas cositas.
Nosotros no necesitamos la casserole
yo también …
si quieres yo sacaré el saco a la esquina y la llamaré y le diré: 'si quieres pasar a recoger tus cosas puedes hacerlo'
porque ya la has llamado hace varios días y no ha pasado. Por qué no ha pasado ayer??
Ella dijo que se iba a pasear. Qué es mejor ?? pasar a recoger tus cosas o irte a pasear??
Le diré: 'No quiero ningún contacto entre ti y Ricardo y si sigues molestando no vas a dejarnos mas alternativa que denunciar.'
Yo le voy a hablar sin gritar.
Y esta noche ya nos vemos y hablamos de eso... es para eso que te llamo...
Te estas deshaciendo de una mala mujer. Es eso mejor. No respondas. El correo electrónico...

Tu evítala por internet... exactamente... bloqueala...y por teléfono
y le dices a la hermana o al pastor. Si dices 'no tenemos mas altenartiva que una denuncia...'


Yo no sé quien es la „mala mujer“ que tiene que pasar a buscar su „sac“ (su bolso) a la "poubelle" (al basurero), ni por qué es tan importante una casserole (??). Tampoco tengo idea de quién es Ricardo ni si tiene que hablarle por teléfono, o no hablar, responder o no responder, bloquear a la mala mujer en internet o escribirle un mail.

Yo no sé nada más que esta mujer está alterada...

y que me gusta su chalina.

La diversidad sociocultural en cinco estaciones


Berna: 7: 04hs. Bajan señores de traje con maletín. Suben chicas y chicos con mochilas y varios con bolsos „freitag“, de materiales reciclados, snobs y ecológicamente comprometidos, suben cafés del supermercado Migros. Gente dormida

Fribourg, 7: 26 Bajan bolsos freitag; bajan y suben mochilas, suben termos de café. Gente medio dormida.

Romont : 7:44. Suben chicos con mochilas, chicas con bolsos de hello kities, chicas con riñoñera (por qué las habrán inventado?), señoras con bolsos de plástico y de tela, bolsos de supermerado...gente sonriendo

Lausanne: 8:15 Suben maletines, suben bolsos louis vuiton e imitación LV (no es que los distinga, lo digo por las dudas; veo por primera vez las marcas que me enteré que existían viendo revistas en la peluquería), suben cafés (o frapuchinos?) del starbucks. Gente que habla fuerte.

Genève: 8:52. Estación terminal. Baja todo el mundo (o casi... quedan las valijas que van al aeropuerto).

Magnifique, Prima y buena onda










Una sube dormida al tren, que llega con demora.

El tren tiene demora si una llega temprano a la estación. Si, en cambio, una llega 29 segundos tarde, el tren parte en horario (y claro, lo pierde).

Afuera llueve y está fresco.

El diario es un bajón: Bélgica se separa, Alemania prolongó la explotación de las plantas nucleares, la crisis norteamericana repercute en el mundo entero y los mineros chilenos, los que no están enterrados, no tienen trabajo ni posibilidades de indemnización laboral.

Cierro el diario y prendo la compu. Que bueno que el tren no tiene internet.

En eso escucho un derroche de „buen día“ que avanza por el pasillo del tren. „Próxima estación: Fribourg“, „buen día, pasajes por favor“, „magnífico“, „super“, „fantástico“. „Merci“, „Grüetzi“ (hola en Zurich), „super“, „prima“...

El tipo parece extasiado con la sola contemplación de un ticket de tren. Cuando le muestro mi abono general parece regodearse de placer : Parfait! Merci beaucoup!

Joder, qué tipo buena onda.

Sigo escribiendo. Antes de la estación siguiente vuelve a pasar. Escucho que le dice „magic“ a alguien.

Lo mágico evidentemente no es el ticket, sino que alguien pueda ver magia en controlar pasajes. Y lo mágico es también que este tipo, de desproporcionado buen ánimo, me cambió el día. Y ahí viene de nuevo: „Bonjour“,"Magnifique", "Prima".