miércoles, 30 de enero de 2013

Una espléndida, una vasca y una argentina. 

Adentro y afuera del tren




En los asientos de al lado se sienta una mama con su niña de unos 6 años. La mamá, espléndida.  Una mezcla de esposa de futbolista evolucionada -con todas las marcas colgando y a la vista- con estudiante de derecho del último año. No, no soy prejuciosa, soy lo que sigue.

En el asiento del frente se sienta una vasca, embarazadísima, que viene de hacer un trabajo en Lausanne y decide pasar el reporte por teléfono.

Y en mi asiento me siento yo, queriendo trabajar. Lo que con esa constelación resulta más bien complicado.
 En fin. Que la vida son dos días y hay que aceptar lo que nos ofrece.

Pasa el inspector pidiendo los tickets. La mama espléndida ha olvidado el abono de la nena. Tiene que pagar. Es claro como el agua, no? No tenes ticket +pasa el inspector = pagás.
Hasta yo puedo con esa ecuación.
Pero la espléndida no. Y discute:

-"Pero si la nena tiene abono"
-"Pero no lo tiene acá"
 (repetir el mismo diálogo a la enésima potencia). Aburrido, (como las matemáticas para mí... )

La vasca, Itziar para los amigos, sigue hablando por teléfono:
    -"Que sí, que ha sido un encanto entrevistarlo... bla bla bla"

Y yo que espero que el inspector deje de discutir para que controle el abono que intento mostrarle. La mano se me acalambra esperando.

La mama espléndida dale que dale con su cantinela (le alcanza para pagar las marcas pero no para pagar el boleto).

La vasca con el teléfono.

Y la argentina, una servidora, ya resignada a no trabajar.
Qué va a hacer, no se puede todo.

La vasca por fin ha cortado y yo, de tanto hacer caras de disgusto, me aburrí.
Itziar me pregunta qué le pasa a la vecina marquera  y es gracias a la Espléndida (y si, todos tienen una misión en esta vida) que empezamos a charlar.
Entonces Itziar me cuenta que estuvo en Argentina, que vive en Berna, me cuenta lo que hace y lo que hizo. Y que espera un bebé (eso salta a la vista).
Y me cae bien.
Y yo le cuento que vengo de Argentina, que vivo en Berna, y por dónde pasa mi vida cuando no estoy en el vagón
 Nos bajamos una hora mas tarde, juntas, intercambiando emails y prometiéndonos visitas.
Y no nos vemos nunca más.
Hasta que un año y medio más tarde, en una reunión de no importa qué en Berna, se sienta cerca de mí una mujer que habla alemán con un acento español que pela.
Tardamos un rato en descubrirnos, sobre todo porque ella ya no tiene panza y yo estoy de 7 meses de embarazo. Sobre todo porque ella no está habando por teléfono y yo no me quejo de ninguna Espléndida. Sobre todo porque no estamos en el tren.

Y ustedes de donde se conocen? Nos preguntan...
- "¡Increíble! Del tren"- le dice Itziar.

¿Increíble??En el tren? Ja, si te contara... A esta altura de mi vida ya descubrí que al lado de lo que puede pasar en el tren,  el hobbit y los enanos no me hacen ni cosquillas.