lunes, 8 de marzo de 2010

Mi vecina, un naranjita, una borracha y la SVP.


Mi vecina dice que cada vez que ella llama por teléfono a un celular, lo primero que pregunta es «estás en el tren ? ». Si la respuesta es positiva saluda y avisa que llama más tarde. Dice que, si no, es compartir la conversación con todo el mundo. Y tiene razón.
A veces entiendo que la gente que habla un idioma « no suizo », se sienta seguro y se despache con su vida privada al teléfono. Pero nadie está seguro. A una señora le puede pasar que le cuente – en español- sus problemas de alcoholismo a una amiga, sin sospechar que al frente estoy sentada yo, que ya sabemos que vivo un poco de las historias ajenas, y me entero como al pasar de que la mujer le echa la culpa a los que le alimentaron el vicio el sábado. Y banalizo, porque la historia era para llorar.
Lo que entiendo menos, con respecto a las charlas telefónicas trensísticas, es a los que hablan lenguas locales y no tienen problema, igualito, de contar de todo un poco.
Entonces todos nos enteramos que Mariana hace una reserva para dos personas, en el restaurant xx para este viernes; todos conocemos el balance semanal del negocio de alguien que canta cifras por teléfono, y sufrimos, la discusión telefónica de un gritón, discusión que tiene poco de amable –me parece, porque repite mucho «shit»-.
En este mismo momento, mientras escribo, una mujer, dice algo en suizo alemán. Ni idea de lo que significan los sonidos que le salen de la boca ; pero como sonríe todo el tiempo, juega con el foulard, y hace caritas de nena enamorada, me parece que yo no diría a todas voces, arriba de un tren, lo que ella está contando en este momento.
Más allá, un señor con apariencia de tipo serio- salvo por su pullover naranja- trabaja en la computadora y tiene –al mismo tiempo- una reunión laboral en italiano. No estoy prestando atención, pero insiste varias veces en aclarar que lo que dice lo hace « con tuto respeto » y de vez en cuando agrega « certo ».
Es que el tren es tan de todos que lo privado no existe (sino díganle a la señora que se cambiaba el cancán a la vista de todos).
Hace unos meses, un politico de la SVP –partido de extrema derecha, el mismo que hizo la campaña de las ovejitas blancas que expulsan a patadas a una ovejita negra del mapa de suizo, porque son tan sutiles los muchachos…- digo, este político de la SVP tuvo una conversacion telefónica con un –se puede decir correligionario ?- bah, con otro del partido. En esa conversación comentó cuánto disfrutaba un fracaso reciente de la izquierda. Lo que el señor no sabía (iba a poner buen señor, pero bueno un corno)- digo, lo que no sabía es que el que estaba en el asiento de atrás era un periodista del Wochenzeitung, diario de izquierda, que al día siguiente publicó la conversación y los escrachó con nombre y apellido.
Por eso yo pienso,no ? que si a la señora alcóholica, al naranjita, a la chica del foulard o al del balance semanal no les importa que haya chismosos cerca, está muy bien que sigan hablando por teléfono en el tren. Pero sino, mi vecina tiene razón. Certo, no ?.

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